Yo soy uno de esos vecinos que usted no desearía tener.
Todos sin excepción, somos el mal vecino de alguien, porque eso de ser vecino no es nada fácil y más cuando resides en un edificio dónde para mantener la privacidad hay que hablar en señas, porque lo que se habla en el primer piso, se escucha hasta en el quinto y en los apartamentos vecinos. Yo por ejemplo vivo en uno de estos, dónde en el primer piso hay un patio y es el centro de la construcción, y ahí todas las ventanas, de todos los pisos que dan al interior del edificio se comunican. Me atrevo a decir que ¡No hay vecino bueno! ya de por sí la convivencia entre la propia familia es complicada, ahora imagínense compartir edificio con una manada de triplehijueputas. Los del primer piso escuchan reggaetón día y noche a todo taco, la del cuarto piso pone plancha y dice mi abuela que canta cómo una gata en celo, los del 308 que les da por golpear paredes por la noche (La pared del 308 da a mi habitación), los ruidos de patín en los pisos de arriba que aún no sé de donde provie...