Padres y educación



Cuando a mi hijo de 9 años de edad le preguntaron ¿Cuál le ha parecido la mejor novia de su papá? y él respondió: Mi mamá, los ojos se me encharcaron de felicidad, porque con esa respuesta me di cuenta que Alejo (mi hijo) a pesar de que dice ser como yo, a pesar de que se siente orgulloso diciéndole a sus amigos que su papá es un artista y que por ende él también lo es, y aunque diga que él es "El bastardo peludo" no va a ser como yo, va a ser mucho mejor y la verdad me alegra.

Desde pequeños nuestros padres nos cortan las alas, nos castran, nos frustran, todo es una bendita negación de: no haga, no mire, no hable, siempre nos infunden el miedo como patrón de conducta.

Y no es que la escuela ayude mucho. Cuando yo estaba en primaria había que pedir permiso para ir al baño y eso me parecía y aún me parece algo ¡ABSURDO! tan absurdo como ir vestido de campesino el día de la antioqueñidad con esas alpargatas que hacían que a uno le picaran las plantas de los pies todo el día, tan absurdo como ir disfrazado el 31 de octubre a la escuela y si es de Superman peor, ya que es un enterizo que el cierre está en la espalda (Pa acabar de ajustar) y para uno como niño, cierre en la espalda es meada segura en el disfraz.

Lo único que le debo a la escuela es que aprendí a restar, dividir, multiplicar, leer y a mirarle los cucos a las profesoras poniéndome un espejo en la parte del empeine arriba de la lengua de los tenis, porque de resto son unos castradores de tiempo completo excepto los colegios que manejan la metodología waldorf, esos si que saben formar personas de bien.

Un niño formado en la metodología Waldorf es un genio en potencia, esos niños serán los que les dirán a sus hijos y con todo el derecho cuando se manejen mal las siguientes palabras: "Vea yo a su edad, hacia vino, sabía cocer, pintar, había inventado la cura para el sida, trabajaba los fines de semana y aportaba para la casa"

La culpa realmente de la educación de nuestros hijos no es del estado, ni de la iglesia, ni de los malos profesores, ni del sistema castrador de la educación, el problema realmente de la educación de nuestros hijos es de nosotros mismos, y no es que yo me crea el mejor papá del mundo, pero por lo menos yo al mío lo dejo que sueñe y mientras pueda le ayudaré incansablemente a seguir sus sueños, cometeré muchos errores al igual que muchos padres, pero de lo que estoy seguro es que a mi hijo nunca, pero nunca, le cortaré las alas.

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