La selfie de vacaciones




Por ésta época todas las redes sociales se comienzan a llenar de fotografías y vídeos de las vacaciones “perfectas”, al igual que el día de la madre como cliché colectivo, todos suben las fotos, ubicaciones, y estados del lugar al que van a ir, hacia donde se dirigen (en tiempo real) y hasta donde se encuentran en este momento.

Ésta es la temporada de selfies con gafas oscuras, desde Ray Ban, Oakley, y las gafas que se reclaman con tres tapas de Maltizz; puede sonar ordinario, pero que hago si la gente es así, ordinaria y de mal gusto, no lo digo yo, lo dicen sus fotografías. 

Cuando estaba en la escuela, pasear era como una presión social y una ratificación del estrato, ya que después de entrar de vacaciones la profesora Amparo decía con su tono elegante: "Bueno niños cada uno nos va a contar a dónde fueron de vacaciones."

Los más pudientes, es decir, los de estrato cuatro y cinco iban a lugares como Tolú y Coveñas, San Bernando del viento, Barranquilla, Santa marta y Cartagena, los de estrato tres iban al Parque de las Aguas, Comfama las Ballenitas, El Peñol, Girardota, Remedios y Santa fe de Antioquia, los de estrato dos iban donde una tía en Guayabal, La Mota, Enciso, Aranjuez o Bello y los de estrato uno eran los que los de estrato dos visitaban. En mi caso yo era un niño de estrato tres, que con mucho esfuerzo mi familia organizaba paseos con destinos a donde iban los de estrato cuatro y cinco, es decir, excursiones.

Una amiga que está pasando vacaciones en San Andrés, subió ayer a Instagram una foto recostada en una silla bronceadora con un sombrero y leyendo un libro en plena playa, ahí me van a perdonar los indignados en el comercial de Poker, pero ¡Pa’ que putas un libro en la playa! eso allá sobra, en vez de estar tratando de aparentar ser una persona intelectualmenteHipster, debería estar deleitando la vista con el mar, la playa y el sol, debería estar dejando que la negrita le haga las trenzas mientras se toma un coco loco y viendo hombres que es lo que en verdad le gusta hacer. 

No nos engañemos (ni nos engañen) si bien dicen que todo lo que brilla no es oro, todo lo que sube a Instagram y a redes sociales es un engaño, es una negación de lo que en realidad es uno frente a uno mismo y una búsqueda de aceptación de los demás. 

Si yo fuera a llevar un libro a la playa, llevaría uno de Paulo Cohelo o Robert Fisher, uno de esos libros que solo sirven para cuñar la puerta de la habitación, y lo utilizaría para ponerlo encima de la toalla para que no se la lleve el viento.

Luego de la foto que les comenté, mi amiga subió un vídeo donde la brisa del mar no la dejaba leer el libro (las hojas se movían sin cesar) y antes de que el vídeo terminara con un plano donde ella tiraba un beso, su libro cayó al suelo y sus hojas fueron devoradas por la salinidad del mar y la textura de la arena. ¿Muy poético, no? (?)

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