La tuza







La verdad es que no sé como comenzar esta columna, quizá al pensar en ella se quieren desbordar todos los sentimientos represados durante más de cinco años sin esa mujer, más de cinco años en los que siempre guarde la esperanza, pero hoy, me di cuenta que guardar la esperanza, fue muy poco cuando no hice nada para que regresara.

Esto no es una carta de amor, ni mucho menos de despecho, es un ejercicio para sacar esa tara que llevo dentro, para sacar ese demonio, para dejar ir ese fantasma que me persigue en los sueños.

Ahora ustedes que me leen no se las vengan a dar de insensibles, porque yo se que todos, absolutamente todos, hemos tenido un amor eterno, hasta el mismísimo Jesucristo tuvo su amor eterno que fue Maria Magdalena que a punta de milagros y mostrando su efecto de valía trataba de mostrarse entre 12 para conquistarla, pero ella, jeringosa que era, prefería andar con Barrabás, un criminal famoso, con más influencias que Carlos Cardenas, y más ambición que el Rey Midas, es decir el Pablo Escobar de la época. 

Ahora el desenlace de la historia ustedes ya lo conocen, Barrabás comprando la ley sacó a Jesús del camino, Jesús, que aún guardaba la esperanza como yo la guardé durante estos 5 años, resucitó al tercer día haber si Maria Magdalena se había dado cuenta de lo que había perdido, pero para desgracia de nuestro señor, ese dicho Ricardo Arjona no lo había inventado aún, y ella se había marchado con unos mercaderes turcos a Maicao, a crear empresa. 

Así fue como nuestro señor sintió por primera vez lo que era estar "entuzado" y de venganza creó el Reggaetón, con la finalidad de que la Juventud se pierda en la lujuria, sexo, drogas y alcohol, para que las niñas se convirtieran en unas verdaderas Zungas, para él ver en cada una de ellas una Maria Magdalena.

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